Aprovechando las más magníficas temperaturas que nos está
brindando este mes de diciembre, decido salir a hacer mi entreno de montaña
junto mi compañero y amigo “Lupo”, mi perro. Aunque es un perro muy chiquitín,
unos 2,5 kg, ya desde pequeño le tengo acostumbrado a andar y a correr conmigo en la montaña durante
horas, sobre todo en los entrenamientos de principios de temporada en los que
voy más tranquilo. Os sorprendería ver la agilidad con la que se desenvuelve
por el medio y la resistencia que tiene este pequeñajo.
Como estoy en este
periodo de descanso, retomando poco a poco los entrenos, paseando y caminando
fuerte en las subidas, tirando de bastones y disfrutando del paisaje, para no
pasarme de vueltas, decido que me acompañe Lupo, el se lo pasa genial y hace un día espectacular. Vamos a
disfrutar…
En los días previos ha nevado bastante y hay nieve a poca altura, el inconveniente es
que ahora está muy dura por las bajas temperaturas nocturnas y no está muy bien
para Lupo, por lo que decido acercarme a la "Atalaya", una montaña aislada en forma de cono, de unos 1700 m de
altitud, pero que sorprendentemente recoge muy poca nieve.
Amanece un día soleado, pero hace mucho frio. A las 9 de la mañana salimos de la
Granja, con -4º. Tranquilamente atravesamos ríos y senderos, Lupo corre de aquí
para allá sin parar. Qué crack!!! Tras 4 km llegamos a la base de la montaña,
por delante nos espera la primera ascensión de las 4 que tenía programadas,
cada subida unos 500 m de desnivel, por lo tanto nos saldrán unos 20 km y 2000 m+.
La ascensión es en línea recta por campo a través. ”Al lío” le
digo a Lupo y sale como un cohete en busca de la cima, yo detrás voy tranquilo.
Aquí simplemente con andar fuerte ya se te acelera el pulso y poco a poco
entramos en calor. jijiji. Tras 20’ llegamos a la cima, donde los últimos metros
están llenos de nieve dura. Lupo llega
el primero dando saltitos hasta el hito. “será perro… ni me ha esperado”
esta se la guardo… -pienso-.
Bajamos por donde subimos y cuando llegamos a la base volvemos a por la segunda subida. Lupo me mira extrañado, con cara de… ¡Si por ahí ya hemos subido! Durante unos segundos duda y se me queda mirando, pero de repente sale corriendo y se pone a mi estela. Marco el ritmo y Lupo detrás, pero me empiezo a calentar y pienso: “esta vez no me ganas” y ya llegando a la cumbre me vuelve a cambiar el ritmo y corona el primero…Uff. “Dos a cero. Esto no puede ser”.
Cuando bajábamos para empezar la cuarta y última subida, iba
pensando en si me habría visto alguien hacer el canelo, ¡qué vergüenza!,
cualquiera que me vea hacerle burla al perro…
En la base me como unos dátiles y a Lupo le doy su correspondiente barrita energética para perros. “Toma coge fuerzas, que nos queda la ultima” -le digo-. Empiezo a subir y esta vez no duda ni un instante, sale a mi vera y vamos haciendo camino. Los dos ya vamos cansados, pero el orgullo nos puede y apretamos los dientes. Por un instante a doscientos metros de la cumbre, Lupo se detiene y se queda mirando de lejos, “esta es la mía” -(pienso)-. Pero falsa alarma, me la vuelve a jugar. Cuando llegamos a la zona de nieve, sale escopetado y se vuelve a poner delante llegando el primero, “será mamón, me la ha liado”, esto ha sido por darle la barrita…jajaja. En la cumbre lo felicito y le pego un achuchón, es un Fenómeno.!!! Y me ha hecho hacer un entreno un poco más vivo de la cuenta.
Bajamos por donde subimos y cuando llegamos a la base volvemos a por la segunda subida. Lupo me mira extrañado, con cara de… ¡Si por ahí ya hemos subido! Durante unos segundos duda y se me queda mirando, pero de repente sale corriendo y se pone a mi estela. Marco el ritmo y Lupo detrás, pero me empiezo a calentar y pienso: “esta vez no me ganas” y ya llegando a la cumbre me vuelve a cambiar el ritmo y corona el primero…Uff. “Dos a cero. Esto no puede ser”.
Volvemos a bajar por el mismo sitio y comienza la tercera
subida, esta vez decido cambiar un poco el trayecto para desviarme y beber agua
de una fuente que está un poco escondida. El sol va calentando y la ropa de la
mañana empieza a sobrar, esto se va poniendo caliente. Tras echar un buen trago,
veo que Lupo también estaba sediento y bebe mucho, le noto algo cansado, ya que
lleva las orejas gachas, “esa es la señal” -jajaja- .
Sigo subiendo y le saco unos metros, llego a la cumbre y Lupo detrás. Como si fuera un niño, levanto
las manos y le grito por lo bajo: Bien…toma, toma y toma. Dos a uno!!! Se me queda mirando perplejo.
En la base me como unos dátiles y a Lupo le doy su correspondiente barrita energética para perros. “Toma coge fuerzas, que nos queda la ultima” -le digo-. Empiezo a subir y esta vez no duda ni un instante, sale a mi vera y vamos haciendo camino. Los dos ya vamos cansados, pero el orgullo nos puede y apretamos los dientes. Por un instante a doscientos metros de la cumbre, Lupo se detiene y se queda mirando de lejos, “esta es la mía” -(pienso)-. Pero falsa alarma, me la vuelve a jugar. Cuando llegamos a la zona de nieve, sale escopetado y se vuelve a poner delante llegando el primero, “será mamón, me la ha liado”, esto ha sido por darle la barrita…jajaja. En la cumbre lo felicito y le pego un achuchón, es un Fenómeno.!!! Y me ha hecho hacer un entreno un poco más vivo de la cuenta.
Ya en casa, después de
una ducha calentita y una buena comida, descansamos tumbamos en el sofá. Mientras le acaricio y él me lame la mano, me
pongo a pensar y me doy cuenta de dos cosas. La primera es la buena compañía que
hacen los perros y lo mucho que he disfrutado con él de un día estupendo por la
montaña. Y segundo, lo picajoso que soy.
Resulta que salgo a dar un paseo con mi perro en plan tranquilo y termino
echando carreras con él (a quien se lo cuente no se lo cree). Vamos que ahora
se trata de quitarme de la cabeza lo de competir y hasta con el perro ¡será
posible el problema que tengo…! jajaja .
Si ya me lo dice Azu: “Tu no estás bien”
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